—No te ofrezco vino.
(Tu nombre) se apresuró
a negar con la cabeza. Llevaba puesta las gafas de sol. Habían encontrado una
pradera solitaria, justo debajo de la capilla en la montaña donde se levantaba
el monasterio del siglo XII de Kaisariani. Parecía que se había declarado una
frágil tregua entre ellos, lo que (Tu nombre) agradecía.
Thea había preparado un
auténtico festín. Era una pena que hubiera perdido el apetito, pensó (Tu
nombre), algo muy raro en ella. No pudo dejar de pensar en la noche anterior.
¿Quizás anticipando futuras noches?
(Tu nombre) no olvidaría
fácilmente la expresión de horror que puso Tom cuando cayó en la cuenta de que
la primera vez no habían utilizado ningún método anticonceptivo. Ella le dijo
que estaba tomando la píldora. Sabía que probablemente lo interpretaría como un
signo de promiscuidad, aunque en realidad lo hacía por sus irregulares y
dolorosos periodos. Como acababa de cambiar a un nuevo tipo de píldora, se le
ocurrió que eso estaba contribuyendo a que sus emociones estuviesen más a flor
de piel.
—¿En qué estás pensando?
—le preguntó Tom.
—En nada —(Tu nombre) se
ruborizó. Tomó un poco de queso y pan y buscó algo que decir, cualquier cosa,
para evitar aquella mirada inquisitiva—. Me sorprendió… bueno, en realidad, me
intrigó cuando oí acerca del gran éxito de la Naviera Kaulitz. Aunque Thea me
contó que el futuro de la compañía estuvo en vilo durante un periodo… aunque
ahora sea todo lo contrario —se encogió de hombros y de pronto deseó no haber
sacado el tema—. Tú siempre me habías dicho que no creías que tuvieras el
instinto emprendedor de un gran empresario.
Se calló y pudo ver cómo
se agrandaba el agujero a sus pies. ¿En qué estaba pensando? Estaba tratando de
evitar cualquier polémica y ahora él recordaría el artículo, en el que le
presentaban como una persona débil y sin carácter.
Tom se alegró de tener
puestas las gafas de sol mientras observaba cómo sufría (Tu nombre). Fue capaz
de controlar la ira que sintió al pensar en todo por lo que había tenido que
pasar, en el calvario del que ella aseguraba no haber sido consciente. Por
supuesto, se vio obligado a luchar por su supervivencia. Y lo había conseguido
de forma espectacular. Pero por primera vez, aquello no le llenaba de la
satisfacción habitual. ¿Qué estaba haciendo aquella bruja con él?
—Bueno, como puedes ver,
de alguna parte lo saqué —tomó una uva del racimo, y (Tu nombre) lo miró
recelosa—. Pero hablemos de ti, de tu empresa… Debe de ser duro hacer que
funcione con una vida social tan intensa.
(Tu nombre) se sintió
aliviada con el cambio de tema, a pesar de su obvio intento por provocarla, y
esbozó una amplia sonrisa.
—Tomo grandes cantidades
de drogas para mantener el ritmo. ¿No es eso lo que todo el mundo hace en la
esfera de las relaciones públicas?
Él sonrió, y casi le
hizo perder el equilibrio.
—Antes podría haberlo
creído, pero con tu abstinencia y aversión al alcohol, lo dudo. No quisiera
verte probar nada más fuerte.
Muy a su propio pesar,
tenía verdadera curiosidad por saber más de ella.
—Cuéntame acerca de tu
trabajo, de verdad, me gustaría saber.
Ella se encogió de
hombros, sin confiar en él.
—Es un trabajo como otro
cualquiera. Hay mucha presión y estrés. Cuando trabajo para alguien, suele ser
durante dos o tres meses, y siempre tengo tiempo para recuperarme cuando ha
terminado. Pero hasta entonces, tengo que estar disponible las veinticuatro
horas del día, los siete días a la semana.
Él asintió y la miró,
pero ella no podía ver sus ojos. Algo en su rigidez le indicó a (Tu nombre)
que, de algún modo, había tocado una cuerda sensible.
—En tu caso, no me puedo
imaginar el tipo de presión al que tienes que hacer frente. Millones de euros
en juego, cientos de personas en quienes pensar, su sustento…
«Motivo por el cual
debió de haberle resultado tan duro luchar en solitario por su compañía».
Durante un instante (Tu
nombre) se volvió a sentir culpable.
—Mi peor pesadilla es
que la recepción o el acto de un cliente sea un desastre o que no llegue a la
prensa… o que, por el contrario, se convierta en noticia de forma inadecuada…
Depende de qué quiera el cliente.
Siempre le llamó la
atención cómo un mes un cliente haría cualquier cosa por salir en los
periódicos y al siguiente haría cualquier cosa por no salir.
—Lo sé —dijo Tom, muy
tranquilo.
(Tu nombre) se sentó en
una posición más cómoda, cruzando las piernas.
—Y en cuanto a las
fiestas —se encogió de hombros y arrancó una pequeña flor—, son parte del
negocio. Normalmente sólo hago acto de presencia durante algún tiempo, lo justo
para asegurarme de que todo está en orden; luego me marcho y leo lo que sale en
la prensa al día siguiente, como todo el mundo.
—Podrías tener una
empresa de mayor tamaño. ¿Sólo sois Cécile y tú?
—¿A qué te refieres?
—Tus acciones, claro,
las que vendiste —su tono se volvió antipático—. ¿No pensaste que merecía la
pena invertir en el negocio? ¿Preferiste gastártelo todo en…?
(Tu nombre) se puso tan
tensa y furiosa, que no le permitió terminar la frase.
—¿Cómo te atreves? Me he
dejado la piel para sacar adelante el negocio. Conseguimos el premio a la mejor
empresa trabajando como bestias.
Tom se sentó derecho y
se subió las gafas de sol. Ella también se las había quitado.
—No soy una mala
persona, Tom, no lo soy —se estaba volviendo a dejar dominar por las emociones.
A pesar de hacer todo lo
posible por controlarse, sabía que le faltaba poco para volver a llorar, y le
dio la espalda. Quería que se mantuviera lejos de ella, quería que no la
tocase, y él debió de darse cuenta porque no se acercó. Entonces ella prosiguió
sin alterarse:
—Después de la muerte de
mis padres, no tuve interés en el negocio. Nunca lo tuve, ya lo sabes, aunque
lo niegues. Di a mi tío esas acciones, pero no se las vendí, no podía. ¿Qué
tipo de persona crees que soy?
«Estúpida pregunta, (Tu
nombre)».
Él se sintió
desconcertado por lo apasionado de su reacción y lo expresivo de su mirada. Y
pensó:
«El tipo de persona que
la mayoría de nosotros seríamos en esa situación, la que exigiría hasta el
último céntimo de su herencia».
—(Tu nombre)…
—Ya había conseguido un
préstamo —le interrumpió—, y Alexei me dio lo justo para hacer frente a los
pagos. Eso es todo. Lo único que lamento es que evidentemente mis acciones no
bastaron para ayudarle a reflotar la compañía. En caso contrario, no estaríamos
ahora aquí.
Aquellas palabras
sonaron con amargura, y Tom sintió algo en el pecho que era incapaz de
analizar. Una de las mayores acusaciones que le había formulado en su cabeza se
estaba derrumbando. Ni siquiera se cuestionó el hecho de que la creía. Todo lo
que sabía era que no deseaba seguir peleando con ella ni lanzándose pullas
mutuamente. Prefería hacer otra cosa…
La tomó en sus brazos, y
ella se quedó inmóvil, rígida. Con una mano le dio unos golpecitos en la
barbilla.
—Con independencia de lo
que haya pasado entre nosotros, la crítica que te hice fue inmerecida. No tenía
derecho a asumir que sabía lo que hiciste con esas acciones. Tampoco tenía
derecho a asumir que eras la típica mujer superficial y vacua que abunda en
ciertos ambientes.
Sorprendida por
semejante cambio, ella buscó su cara, segura de que se estaba riendo de ella.
—¿Te estás riendo de mí?
—Nunca he hablado más en
serio en toda mi vida. ¿Podemos firmar un alto el fuego, (Tu nombre)? Hagamos
un pacto para no hablar del pasado. Centrémonos en esto, en lo que tenemos
ahora.
Le estaba ofreciendo una
tregua, un espacio para hacer las cosas más fáciles, desde luego, para él, pero
también para ella si aceptaba. En todo caso, no podía olvidar su crueldad.
Todavía podía arruinar a su familia si quería. La mantendría hasta que dejara
de satisfacerlo en la cama. Se sintió débil. Había saboreado el cielo, el cielo
que había deseado desde hacía tanto tiempo. ¿Cómo podía ahora renunciar a él?
Asintió con la cabeza y
percibió en sus ojos un destello. Cerró los ojos en silenciosa súplica mientras
él inclinaba su cabeza hacia ella. Todo lo que existía era el presente.
Después de alcanzar
aquel acuerdo, los días siguientes de la supuesta luna de miel pasaron muy
deprisa. Los dos prestaban mucho cuidado a lo que decían. Parecía haber un
pacto tácito entre ellos para centrarse en la atracción física. Y nunca estaban
satisfechos: siempre querían más.
La finca se convirtió en
un lugar fuera de la realidad. (Tu nombre) sabía que corría el peligro de
entregarse a la fantasía de creer que aquello era real, como si por algún
extraño golpe del destino, los sueños que tenía a los dieciocho años se
hubiesen cumplido y hubiera conseguido a su príncipe.
Pero lo hechos se
empeñaban en revocar aquel sueño una y otra vez. Estaba muy claro que para Tom
esa relación era puramente física. (Tu nombre) había tratado de comenzar
incontables conversaciones, había tratado de conocerlo mejor. La noche
anterior, Thea había vuelto a servir la cena en la terraza. (Tu nombre) había
estado buscando temas de conversación, pero Tom se limitaba a contestar con
monosílabos. Desesperada por una creciente sensación de humillación y
futilidad, (Tu nombre) terminó por saltar.
—Esto es una locura.
¿Por qué no puedes hablar conmigo? ¿Por qué no podemos tener una conversación?
¿Tan aburrida soy?
Tom reaccionó violentamente,
asustando a (Tu nombre). La tomó en brazos y la llevó directamente a la cama,
adonde la arrojó.
—Eres un animal —balbuceó,
indignada.
—Sí, (Tu nombre), pero
me deseas. Eso es todo. No estamos aquí para hablar, o para conocernos mejor.
Ya sé todo lo que necesito saber —y a continuación la sometió a una arremetida
erótica tal que apenas pudo recordar su nombre, y mucho menos mantener una
conversación.
(Tu nombre) se despertó
a la mañana siguiente al lado de Tom. Lo había vuelto a hacer. No podía creerlo.
Tuvo que admitir que las cosas no habían cambiado, que, de hecho, aún estaba
enamorada de él como cuando era una adolescente, con la única diferencia de que
ahora sí era consciente de la profundidad de ese amor, de cómo éste lo
impregnaba todo, de cómo dormir con él la rompía por dentro y le permitía
saborear la extrema desesperación de amar a un hombre como él. Un hombre sin
obligaciones para con nadie, y menos para con ella.
¿Pero cómo podía estar
enamorada de alguien que se negaba a conversar y la trataba como un objeto
sexual? Porque lo conocía, así de simple. Él era su compañero del alma. Ella
podría ser suyo, pero él no le pertenecía. Y nunca lo haría.
Una gran mano se posó
sobre su mentón, tomándola por sorpresa. Ella no se había dado cuenta de que se
había despertado. Permaneció con los ojos cerrados. Ni siquiera entonces hubo
palabras… y sin embargo su cuerpo ya se estaba abriendo, humedeciendo a su
contacto. Sólo él era capaz de proporcionarle semejante placer.
Giró su cabeza y abrió
los ojos. Su dolor estaba enterrado, oculto muy dentro de ella. Ese mismo día
regresaban a París, a la realidad, al cruel e implacable mundo de la prensa y
de los fotógrafos.
Él la besó en los
labios. Las manos de él abarcaron su cintura y la situaron donde ella podía
sentir el poderoso empuje de su erección.
Ya estaba húmeda, lista
para recibirlo. Se sentó a horcajadas sobre él y se echó ligeramente hacia
atrás. Tomó una gran bocanada de aire al sentir cómo se introducía en ella. Lo
miró fijamente a los ojos y sintió la necesidad de hablar, de decir algo, de
expresarle que aún lo amaba, de salir de aquella espiral de olvido hacia donde
él les conducía a ambos.
Al aproximarse al clímax,
(Tu nombre) pudo sentir las palabras temblando en sus labios. Apenas podía
mantener el control, no cuando estaban literalmente unidos. Desesperada por
evitar el último acto de autodestrucción, se agachó y apretó sus enfebrecidos
labios contra la boca de Tom, conteniendo sus palabras mientras la ola rompía
contra su cuerpo y él sujetaba implacable sus caderas y se derramaba dentro de
ella.
CHICAS... en verdad que no he podido subir porque no tengo tiempo... y menos ahora que en mi trabajo cambiaron a mi compañera y me dejaron con todo el trabajo a mi... además que tengo a mi abuela por parte de papá un poco enferma.. asi que la verdad que tengo tanta cosas en mi cabeza.. que estoy en blanco.. yo creo que hago todo por inercia... espero que me entiendan.. y bueno igual no falta mucho para que termine esta ficc... y creo que la otra estará un tiempo en Stand-by hasta que se arregle todo a mi alrededor... las Quiero..
Espero me entiendan...
Bye...