martes, 10 de septiembre de 2013

**Capitulo 22**


Él apartó la mano del sexo de ella. Ardía en deseos de ser poseída. Aunque todo entre ellos era complicado, sus emociones, su historia, y a pesar de la inexperiencia de (Tu nombre), aquello parecía una coreografía que ella llevaba preparando mucho tiempo. Sabía exactamente lo que debía hacer. Y era asombroso.

Él la apretó la espalda, y ella notó cómo cambiaba de postura. Él se situó sobre ella, y ésta se arqueó, dirigiendo sus caderas hacia él, hasta que la cabeza de su miembro, todavía en la mano de ella, se situó a las puertas de su baluarte. Nunca había sentido nada tan erótico. Estaba completamente volcada en el aquí y el ahora, todo lo demás carecía de importancia. Ni el pasado ni el futuro, sólo el presente existía.

Él se preparó para penetrarla. (Tu nombre) finalmente quitó su mano y se arqueó aún más. Con las caderas elevadas, trató en vano de rodearlo, así que puso sus manos en su cintura, sintiendo el masculino relieve que delineaba la unión de sus muslos.

Ella se mordió los labios, a punto de implorar, y entonces, en un momento brutal, él estaba allí, deslizándose hacia su interior, empujando en su húmedo calor. Los músculos de ella se apretaron en torno a él, conduciéndolo hacia el interior, hasta el fondo, hasta que estuvieron completamente unidos. Y cuando él comenzó a moverse dentro de ella, (Tu nombre) terminó por perder todo vestigio de control y cordura.

Tom se encontraba en otro universo, en un lugar en el que nunca antes había estado. Entrar en (Tu nombre) fue como entrar en un reino extraño y, no obstante, en cierta forma, conocido. El modo en que ella fue a su encuentro, la sutil e inocente presión de sus muslos contra los suyos le hizo apretar aún más y penetrarla más y más profundamente. Despacio, disfrutando con cada segundo, envuelto en su cálida exuberancia, salió de ella para volver a entrar de nuevo. Y sintió como que regresaba al hogar.

El sudor le corría por la frente. (Tu nombre) lo miró y se aferró a sus hombros mientras él la penetraba de nuevo. Luego bajó con las manos hasta sus duros glúteos, instándolo a ir más adentro, más duro. Él ya no pudo seguir conteniéndose. Se le agotó la voluntad de ser paciente y delicado. Necesitaba poseerla ya. Abandonando todo control, complaciendo los deseos más salvajes de ella, la penetró sin piedad, fuerte y deprisa.

El cuerpo de (Tu nombre) se volvió a arquear, sus caderas se balanceaban contra él y sus pechos estaban aprisionados contra sus músculos. Él sintió cómo ella se deshacía en sus brazos, obligado a hacer un increíble esfuerzo para sostenerse hasta el último momento, cuando los dos se unieron en un clímax total y maravilloso.

 

 

(Tu nombre) se despertó con las primeras luces del amanecer. Estaba de lado, mirando a Tom, a escasos milímetros el uno del otro. Contempló su cara, que parecía mucho más joven y vulnerable en reposo. Nada hacía pensar en el exitoso y agresivo hombre de negocios en que se había convertido; antes al contrario, aquella imagen le recordó tanto al joven que un día conoció, que se sintió sobrecogida. De repente la invadió una increíble sensación de ternura y de algo más, y el pánico la atenazó. No, no podía, no debía sentir eso. Sabía que aquello era tanto como concederle el poder de destruir su vida más allá de todo límite.

Intentó calmarse, diciéndose a sí misma que todos aquellos sentimientos eran perfectamente comprensibles. Al fin y al cabo, ¿cuánta gente realizaba sus sueños, sus más íntimas fantasías? Cerró los ojos durante unos instantes mientras recordaba lo que había sucedido la noche anterior. Él había sido todo lo que ella podía haber deseado. Un amante sin igual, un auténtico maestro, más sintonizado con su cuerpo de lo que ella misma había estado. Aquellos pensamientos volvieron a despertar su deseo. Él la había llevado al límite, y lo habían traspasado juntos una y otra vez. Ella había sido tan insaciable como él.

Abrió sus ojos de nuevo y, conscientemente, evitó mirar aquel tentador cuerpo tendido a su lado. Entonces las palabras de Thea resonaron en su cabeza como veneno, esparciéndose por su mente y empañando lo que había pasado entre ellos dos. Las cosas eran mucho peores de lo que se había imaginado. ¿Cuál sería su reacción cuando despertase? ¿Quizás una sonrisa triunfante y burlona? Miles de posibles escenarios acudían a su imaginación, a cada cual peor, y no quería esperar para averiguarlo.

Sintió vergüenza cuando pensó en la débil resistencia que había ofrecido. Podría muy bien haberle estado esperando en su cama, envuelta en papel de regalo. Esa idea le dio el impulso necesario para levantarse de la cama. Recogió la ropa que tenía esparcida por el suelo, no sin un cierto rubor, y salió de la habitación.

 

 

Cuando Tom se despertó, se quedó unos instantes tumbado sin abrir los ojos. Por primera vez en su vida se sentía… satisfecho, completo. El recuerdo del cuerpo de (Tu nombre) bajo el suyo le provocó una sonrisa. Nunca antes se había sentido así a la mañana siguiente. Y según se despertaba un poco más, otra sensación, cada vez más intensa, empezó a sustituir a la anterior. Un fuerte deseo, el ansia de un cuerpo que después de haber probado el paraíso le pedía más, y se lo pedía ya.

Sonrió incluso más cuando pensó en las instrucciones que había dado a su abogado para que tuviera listos los papeles del divorcio para después de la luna de miel. Si se sentía así después de una sola noche, no era difícil imaginar que el matrimonio podría durar algo más. Estaba claro que su venganza estaba resultando muy dulce.

En todo caso, ¿dónde estaba (Tu nombre)? Cuando, exhaustos, se durmieron, ella se había acurrucado junto a su pecho y había puesto una pierna encima de las suyas. Aún sonriente, estiró un brazo, esperando encontrar un cuerpo cálido y sexy. Pero no ocurrió así. Del todo despierto, abrió los ojos al instante. La cama estaba vacía. El sol entraba por la ventana, y él buscó el reloj con la mirada.

—¡Dios santo!

Él nunca dormía hasta tan tarde; no le había pasado en años. Y nunca se había despertado solo tras pasar la noche con una mujer en su cama. Siempre era él el primero en despertarse y en marcharse. Se levantó de la cama y se puso unos vaqueros y una camiseta. Al llegar a la puerta, se le vino algo a la cabeza. Con el ceño fruncido, se apresuró a mirar en el dormitorio de (Tu nombre), pero tampoco estaba allí. Su expresión se tornó aún más sombría.

Con creciente irritación y sin saber realmente por qué se sentía tan molesto, Tom bajó por fin a la cocina. El sol penetraba por la puerta abierta que daba al pequeño patio de Thea, donde cultivaba hierbas y tenía algunos olivos. Escuchó voces y el sonido de unas risas.

«¿Era (Tu nombre)?».

Caminó hasta la puerta y, al ver a (Tu nombre), se quedó paralizado. Estaba con los pies descalzos e iba vestida con unos pantalones cortos y un chaleco de estilo campestre. Tenía el pelo recogido y un pañuelo de vivos colores que la protegía del sol. Ella y Thea estaban una junto a la otra, al lado de unos tiestos que iban a trasplantar. ¿Desde cuando se habían vuelto a hacer amigas? Él había notado cómo se había portado Thea con (Tu nombre), e incluso había sentido algo de pena por ella.

Pero ahora… Le recordaba dolorosamente otra época, lejana ya en el tiempo. Él pronunció algo ininteligible, y las dos mujeres se giraron a un tiempo.

La sonrisa de (Tu nombre) se borró enseguida cuando vio el semblante malhumorado de Tom. Afortunadamente Thea anunció al instante que prepararía el desayuno e hizo el gesto de dirigirse hacia la cocina, pero Tom, sin apartar la mirada de (Tu nombre) en ningún momento, la detuvo con una brusca negativa.

—No.

A (Tu nombre) le pareció que estaba luchando con algo, y entonces de pronto le cambió el semblante y sonrió a Thea. Aquella sonrisa dejó a (Tu nombre) sin respiración. Lo rejuveneció de pronto y lo hacía parecerse de nuevo a aquel joven que había vislumbrado por la mañana a su lado en la cama. Sintió una dolorosa punzada. Era consciente de que estaba en serias dificultades. Él dirigió sus palabras a Thea pero miró a (Tu nombre).

—Voy a llevar a (Tu nombre) a dar una vuelta con el coche. ¿Podrías prepararnos algo para comer al aire libre, por favor?

Thea asintió con entusiasmo y parloteó acerca de dónde deberían ir. Cuando entró a la cocina, Tom se acercó a (Tu nombre), y ésta para verlo se protegió con la mano del sol que la cegaba. La expresión en el rostro de Tom, su actitud, parecían gritar:

«No vas a escapar tan fácilmente».

(Tu nombre) tragó saliva. Él se dio cuenta y tocó con un dedo su garganta.

—Nos iremos dentro de una hora —dicho lo cual, se dio la vuelta y entro de nuevo en la casa.


Chicas...bueno aquí esta la continuación del el capi que yo creo que todas esperaban jajaja...espero les guste.. y si puedo el jueves subo capi.. ya que estoy en semana de examen en mi universidad...y estoy con muchas cosas encimas en mi trabajo.. asi que espero que el jueves este mas desocupadas...
Se cuidan...
Las quiero
Bye =D

PD: Para aquellas que están recién leyendo mi ficc...les dejo el link de mi otra ficc... http://miverdaderoamortu.blogspot.com/2013/07/capitulo-1.html que creo que el fin de semana subiré capi en ella =D ...

1 comentario:

  1. Ay Esta buenizimass!! Me encantoo..

    Hahahaha Tom le gusto :P siguela ni nien puedas..
    Cuidate bye

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