martes, 24 de septiembre de 2013

**Capitulo 23**

Chicas...primero quiero darles una disculpa porque me he demorado unos días en subir... la verdad es que no han sido mis mejores días ya que e tenido algunos problemas...a parte de que la universidad y el trabajo en estos momentos no me dan tiempo... la verdad estaba pensando en poner en Stand by un tiempo la ficc hasta que salga de las pruebas y los trabajos.. y los problemas que tengo se solucionen. y después de eso seguir subiendo capis.. pero ahí vere que pasara... por eso tampoco e subido capi en mi otra ficc... porque todavía no tengo la continuación...pero espérenme un tiempo más.. y les prometo que cuando todo pase.... podre subir seguido los capis...espero me entienda ...



Tom permaneció callado al volante durante un rato. (Tu nombre) no se fiaba; aquella mañana había salido del dormitorio como medida de autoprotección. ¿Podía sentirse enfadado porque ella no hubiera estado allí cuando él despertó? Seguramente todo lo que quería era sexo.

(Tu nombre) lo observó. Tenía un rostro serio y su mandíbula estaba tensa. Tenía ganas de acercarse y darle un beso para que se relajara o para robarle una sonrisa como la que había visto antes, aunque se la había dirigido a Thea, no a ella. Sabía que, a pesar de lo que dijera, él la odiaba. Después de todo, era natural, puesto que ella representaba una época horrible de su vida, cuando tenía todo y a todos en su contra y estaba completamente solo. Se vio obligada a desviar la mirada y a taparse los ojos con unas gafas de sol para que él no pudiera notar las lágrimas.

—¿Qué te parece si vamos a Kaisariani, en el Monte Hymmetos?

(Tu nombre) prefirió no hablar y se limitó a asentir con la cabeza.

Como no contestó, él le dirigió una fugaz mirada.

—(Tu nombre), ¿me oíste?

De pronto, se sintió sobrepasada. Ya no podía soportar más ese sentimiento de culpa, no después de lo que había pasado la noche anterior entre los dos. Las lágrimas distorsionaron su voz.

—Tom, no tenía ni idea… te lo juro, yo no lo hice… y no sabía nada de aquel asunto de la fusión —tragó saliva y respiró profundamente mientras las lágrimas corrían por sus mejillas y cruzaba los brazos alrededor de su estómago, buscando algo de protección.

Tom soltó una maldición y paró el vehículo en el arcén. Tenía que indicar a los escoltas que les seguían que no había ningún problema.

Se giró, le quitó las gafas de sol a (Tu nombre) y le puso las manos en los hombros. Ella tenía la cara colorada y los ojos llorosos.

—¿De qué diablos estás hablando?

—Thea… me lo contó —(Tu nombre) hizo un enorme esfuerzo para controlarse, y se frotó la cara con el reverso de sus manos. Tom todavía estaba borroso.

—¿Qué te contó Thea? —preguntó, sacudiendo su cabeza, enojado.

—Thea… —dijo, dando un gran suspiro—. Nosotras hablamos… me contó lo que había pasado, lo que pasó después… después de…

Las manos de él le apretaron los hombros con tanta fuerza, que ella hizo una mueca de dolor. Luego la soltó, y ella, más tranquila y sin llanto, se reclinó en el asiento.

—Nunca leí aquel artículo, Tom. No lo sabía, lo juro.

—Ellos transcribieron conversaciones, conversaciones privadas que sólo nosotros mantuvimos —su voz sonaba rara y algo artificial, como si estuviera repitiendo algo a un niño.

—No te imaginas cuánto lamento aquello ahora.

—Las pruebas estaban allí, en su correo… fue tu e-mail, tu contraseña. ¿Me estás diciendo que facilitaste esos datos a otra persona?

Sintió una punzada en el pecho. Afligida, tuvo que negar con la cabeza. Por supuesto que no había dado a nadie su contraseña.

Tenían que volver a empezar. ¿Cómo había permitido que sus emociones la dominasen de aquella manera? De lo único que se tenía que preocupar era de salir entera de aquello. Y cuando Tom hubiera tenido suficiente, lo que esperaba que sucediera pronto, él la dejaría marcharse. Aquélla era la decisión a la que había llegado durante sus largas horas de meditación el día anterior. ¿Por qué tenía que ser tan impetuosa? Más valía que le confesara que estaba otra vez enamorada de él, que nunca había dejado de amarlo.

Se sentía la mujer más desconsolada del mundo. Para su desgracia, también era consciente de parte de la razón por la que no podía lanzarse a contarle toda la verdad. Es cierto que estaba preocupada por lo que les pudiera pasar a Eleni y a su familia, pero después de haber estado con él la noche anterior, también tenía miedo de perderlo. ¿Estaba de verdad dispuesta a confesarse culpable con tal de conseguir cualquier cosa que ese hombre pudiera ofrecerla? Se volvió a cubrir los ojos con las gafas de sol.

 

 

Tom sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al ver cómo se transformaba ante él en una suerte de robot. ¿Por qué insistía tanto en proclamar su inocencia? ¿Qué sentido tenía? De repente, según presenciaba aquel súbito cambio, se le ocurrió algo. Estaba tratando de encontrarle un punto débil, de jugar con él, de hacerle dudar de sus sospechas. ¿Qué esperaba conseguir? ¿Una relación más duradera? ¿Algún otro tipo de beneficio? Sintió una opresión en el pecho. Ella lo había hecho esperar hasta que quiso, y ahora, después de acostarse con él, fingía arrepentimiento o inocencia.

Ignorando tramposamente que fue él quien la había perseguido para llevársela a la cama, se dijo a sí mismo que ella debía de haber asumido que su relación podría haberle ablandado. ¡Incontables mujeres antes que ella habían hecho lo mismo! Se deshizo de su preocupación y de las confusas contradicciones que le habían asaltado al verla llorar. ¡Estaba incluso haciéndole la pelota a Thea, por el amor de Dios!

—No quiero volver a oírte ninguna mención al pasado. Ya no tiene importancia.

«Aparte del hecho de que lo utilizaste para llevarla donde tú querías».

Obviando todas las contradicciones, se concentró en la mujer que estaba delante de él, cada vez más excitado al ver cómo su pecho subía y bajaba al ritmo de la respiración. Ella estaba mintiendo, y lo iba a probar en ese instante.

—La única cosa que importa es esto.

(Tu nombre) sintió cómo se le clavaba en la espalda el manillar de la puerta. Tom se estaba echando encima de ella. Interpuso sus manos, pero se topó con una pared de músculos. Se derritió al recordar cómo había tocado y gozado de aquel cuerpo la noche anterior. Él estaba sujetando la cabeza de ella entre sus manos de tal forma que no se podía mover, y (Tu nombre) cerró con fuerza su boca para impedirle el acceso. Pero en lugar del beso brutal que ella esperaba, fue suave y tierno. Apenas rozaba su boca, como si de un susurro o de una invitación erótica se tratara. Él era implacable, pacientemente seductor, incansable. Ella no podía seguir resistiéndose a aquella avalancha de sensualidad. Al igual que sucedió la noche anterior, él se las arregló para reducir todo el universo de (Tu nombre) al aquí y al ahora. Nada más existía.

Cuando él sondeó con su lengua aquella boca, rozó la costura de sus labios hasta que ella suspiró y los abrió un poco más. Pero todavía no entró. Ella sintió hervir su sangre, y levantó las manos hasta sus hombros en señal de entrega. Entonces, supo exactamente qué era lo que él quería. Vacilante, tocó la boca de él con su lengua y trazó el dibujo de sus labios en una inocente incursión. Después, profundizó en aquella oscura y húmeda oquedad, envalentonada y embriagada cuando su lengua finalmente se enredó con la de ella.

Ella sintió cómo una mano bajo su top le acariciaba un pecho, mientras la yema del dedo gordo frotaba el pezón. La lengua empujó con más fuerza y arqueó la espalda, presionando con su pecho en la palma de su mano. Y entonces, para sorpresa de (Tu nombre), como si de pronto se hubiese ido la corriente, él retrocedió, puso las manos sobre los hombros de ella y la miró fijamente a los ojos.

—¿Lo ves? Esto es de lo único que tenemos que preocuparnos. Mientras dure, seguiremos casados.

Él levantó su mano y le dio un beso en la palma. Incapaz de moverse durante un largo momento mientras la miraba, sintió cómo se le clavaba en la cintura el cinturón de su asiento. Los coches pasaban zumbando a su lado.

Humillada, (Tu nombre) le quitó las manos de encima y se sentó correctamente. Por lo que a él respectaba, ella era tan débil como un gatito, y le había ayudado a conseguir su objetivo. Ya no sería tan tonta de volver a mencionar el pasado.

2 comentarios:

  1. no te preocupes, a veces las cosas se complican y es díficil subir capitulos con frecuencia, mas si aparte tienes trabajo y escuela, pero te repito, no te preocupes tienes unas lectoras fieles y comprenderan y te esperaran hasta que puedas volver :) entre ellas estoy yo que como ya sabes amo tu fic y esperare lo que sea necesario
    P.D. maldito Tom ¿porque no le cree? ¬¬ solo sexo ay Tom!! pobre de TN deberia decir la verdad no fue su culpa

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  2. Tom que malo humillaste a (tn)..
    Tamitha sube ni bien puedas.. Yo ansiosa por leer..

    Veraa q tus problemas se iran confia en Jesus todo pasa ..

    Siguelaaa :)

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