Ni un movimiento. (Tu
nombre) vio cómo la miraba. La sorpresa inicial había dado paso a una expresión
de desconcierto y, más tarde, de asco. Tom quitó bruscamente las manos de sus
hombros.
—Mira, no sé qué es lo
que quieres, (Tu nombre), pero no me gusta. Esta noche voy a anunciar mi
compromiso, y si alguien nos hubiese visto… Maldita sea. Mejor vete, (Tu
nombre).
Su cerebro había oído
aquellas palabras, pero no las había registrado. ¿Compromiso? ¿Matrimonio?
¿Pero con quién?
(Tu nombre) sintió unas
ganas absurdas de reír, pero enseguida se sintió ridícula. Se puso colorada,
como una niña sorprendida, jugando a ser mayor vistiéndose con la ropa de su
madre. De pronto fue plenamente consciente de lo poco esbelto de su figura y
del vestido que llevaba puesto. Se lo había dejado Eleni, pues con él esperaba
aparentar más edad, aunque en realidad le quedaba demasiado apretado. Tenía los
labios rígidos y entumecidos, y el cuerpo frío.
—Lo siento, Tom…
olvídalo. Olvida lo que ha pasado, olvídate de mí —se volvió y salió corriendo
escaleras abajo, hacia el jardín, lejos del patio, lejos de todo. Oyó cómo la
llamaba, pero no se paró, y él tampoco la siguió.
Las lágrimas descendían
por sus mejillas, y cuando por fin se detuvo, se agachó y no dejó de llorar
hasta que se le nubló la vista. Lloró por ser tan ingenua y por haber hecho
caso a Eleni. No lograba entender qué le había sucedido. Quizás había sido la
luna, o un ataque repentino de locura, o el vino… Qué absurdo haber creído que
alguien como Tom iba a fijarse alguna vez en ella, y aún menos que iba a querer
besarla. Sintió vergüenza cuando pensó cómo se había lanzado a él. Desde luego,
de algo estaba segura: nunca más volvería a tomar ni una gota de alcohol.
Apesadumbrada, (Tu
nombre) regresó sobre sus pasos. Para volver a su casa tenía que rodear el
palacete de los Kaulitz, y al pasar por la terraza fue incapaz de resistirse a
echar un vistazo al interior de la casa. La sala estaba en silencio. La
numerosa y elegante concurrencia alzaba sus copas para brindar por la recién
anunciada unión de Tom con la impresionante mujer que se encontraba a su lado,
Ria Kyriapolous, la célebre modelo. Eran una pareja tan atractiva, que los ojos
de (Tu nombre) se humedecieron de nuevo.
Al sentir un golpecito
en el hombro, (Tu nombre) se dio la vuelta y vio a Eleni, que la miraba con
unos ojos que hablaban por sí solos.
—Ay, (Tu nombre), lo
siento mucho —algo en la forma en que Eleni dijo aquellas palabras hizo que (Tu
nombre) se quedase completamente inmóvil.
—Por favor, Eleni, dime
que no sabías nada de esto.
—Te hice un favor, (Tu
nombre). ¿Acaso te habrías acercado a él de haberlo sabido?
«Por supuesto que no»,
pensó (Tu nombre).
De nuevo se flageló a sí
misma por ser tan ingenua, y en ese mismo instante supo que algo había muerto
dentro de ella. Se alejó de allí, tanto física como mentalmente. Algo en el
rostro de Eleni, algo que nunca había advertido antes, le hizo protegerse.
Logró levantar la cabeza, del mismo modo a como se lo había visto hacer a su prima
cientos de veces, por lo general cuando Tom estaba cerca, y encogiéndose de
hombros, dijo:
—No pasa nada, Eleni.
Apenas puedo competir con Ria, ¿verdad? —se las arregló incluso para esbozar
una sonrisa—. Pero, como tú dijiste, al menos lo intenté, ¿no?
Y por primera vez en su
corta vida, con todo el aplomo de que fue capaz, pasó página como un adulto, y
se marchó de la fiesta, dejando atrás a su prima y a Tom.
Cuando (Tu nombre) se
levantó a la mañana siguiente, el dolor del pecho no había remitido, y tuvo la
horrible sensación de que tal vez todo había sido un sueño, aunque, por
supuesto, todo había sido real. Su único consuelo era saber que Tom debía de
estar en Atenas y que ella tenía que regresar a Inglaterra al día siguiente.
Rogó que Tom se quedara en la capital griega hasta que ella se hubiese ido, y
que nadie se enterase jamás de lo que había sucedido. Excepto Eleni, quien, al
menos, pensó (Tu nombre) con alivio, no había sido testigo de su humillante
fracaso.
Sin embargo, al bajar
las escaleras se encontró con una escena de ruido y confusión. Su padre,
hablando a gritos, estaba agitando un periódico delante de Tom.
—¿Cómo pudiste?
Confiábamos en ti. Por amor de Dios, sólo tiene veinte años años. Es poco más
que una niña. ¿No tienes suficiente con casarte con una de las mujeres más
hermosas de Atenas que tenías que liarte con (Tu nombre)?
Nadie la vio bajar las
escaleras.
—He aparecido en las
páginas centrales de toda la prensa sensacionalista del país y han hundido mi
reputación como hombre de negocios. Gracias a tu hija, mi compromiso está roto.
La madre de (Tu nombre),
que tampoco la había visto bajar, se acercó a Tom y le dio una bofetada. La voz
de la madre fue la primera en romper el silencio que siguió:
—Siempre supiste lo que
mi hija sentía por ti… Eras como un hijo para nosotros.
(Tu nombre) se detuvo.
No podía caminar, estaba paralizada. Sintió unas horribles náuseas. Debió de
hacer algún ruido, porque todos se giraron hacia donde ella estaba.
No podía creer lo que
acababa de presenciar, aquella violencia, y cómo su madre había expuesto sus
más íntimos sentimientos a la vista de todos. Tom le arrebató el periódico de
las manos al padre de (Tu nombre). Al ver aquella expresión de ira y desprecio
en su cara, ella quiso salir corriendo.
—Tú… —Tom no pudo
continuar la frase.
—Kaulitz, sal de esta
casa y no vuelvas nunca —le amenazó el padre.
Tom dio la espalda a (Tu
nombre) y se encaró con él.
—Créeme, no quiero
volver a veros, a ninguno. Especialmente a ella —le lanzó una mirada tan
despreciativa, que ella retrocedió. Luego él abandonó la casa.
(Tu nombre) corrió tras
él, desoyendo la llamada de sus padres para que volviera. Tom casi había
llegado a la puerta que separaba las dos propiedades.
—¡Espera, Tom! ¡Espera!
Se paró de forma tan
repentina, que casi se dio de bruces con él. Se volvió y, con sus poderosas
manos, la agarró de los brazos. La expresión de su rostro ya no parecía de
cólera, sino de tristeza. Aquello era si cabe más extraño. Ella intentaba
encontrar una explicación.
—Creía que éramos
amigos, (Tu nombre) ¿Por qué lo hiciste? Has arruinado todo… ¿y sólo porque no
te quería? —hizo un gesto de desaprobación con la cabeza—. Eras la única
persona que no parecía esperar nada de mí. Confié en ti y me tendiste una
trampa, contándolo todo.
¿De qué estaba hablando?
—No sé a qué te…
Él la interrumpió con
una mirada furiosa y con una mueca de desagrado mientras recordaba el descaro
con que lo había besado el día anterior. Si de algo estaba ahora seguro era de
que nunca había llegado a conocer de verdad a (Tu nombre) Demarchis, ni tampoco
a los padres de ella. La familia de (Tu nombre) había sido como una segunda
familia para él y, no obstante, lo habían expulsado de sus vidas, de su casa,
como a un perro. Había sido un tonto al confiar en ellos. ¡Pensar que él la
había considerado inocente, pura… dulce!
—Has crecido mucho en
estos dos últimos años, ¿verdad, (Tu nombre)? Actuaste como las demás. Te
enteraste de mi compromiso y pensaste que podías inmiscuirte, que también
podías intentarlo.
Tenía una expresión tan
dura, que (Tu nombre) no sabía cómo no caía fulminada. Y todavía no había
terminado.
—No me gustan las chicas
de veinte años, y además, no tienes lo que necesito.
Le arrojó el periódico a
la cara.
—Ah, y la próxima vez
que quieras besar y contarlo, si intentas mantener tu identidad en secreto, es
mejor no enviar la copia desde tu propia dirección electrónica. Eres una bruja,
(Tu nombre).
Incapaz de articular
palabra, observó con la boca abierta cómo él desaparecía de su vista. ¿Su
correo electrónico? ¿Besar y contarlo? Como en una horrorosa pesadilla, miró el
periódico que había caído a sus pies. Estaba abierto por una página con una
foto en blanco y negro de pésima calidad, como si hubiera sido tomada con la
cámara de un teléfono móvil. Pero no había duda de que una de las personas que
aparecían en la foto era Tom. El chico de oro del mundo de las compañías
navieras. Y la mujer con los brazos alrededor de su cuello, desde luego no era
Ria Kyriapolous. La chica de la foto no sería identificable para nadie salvo
para aquéllos que la conocieran bien, y era claramente demasiado gordita para
ser la famosa modelo. Un titular de escándalo.
¡EL NOVIO! ¡LA NOCHE
DEL ANUNCIO DE SU COMPROMISO…!
Chicas... *-* espero les guste el capi.. y ya cuando suba el otro capitulo...verán que paso con Tom y Tn...
Las Quiero
Bye =)
Ay pero quien mando esa fotoo??
ResponderEliminarXqq? Estoy intrigadaa siguelaa esta muy interesante la fic :D
bye cuidate
ay no!! quien mando esa foto?? fue Eleni?? Ria?? nooo que tension!! continuala pronto!
ResponderEliminarbye