jueves, 8 de agosto de 2013

**Capitulo 12**


A pesar de todo aquel descaro, (Tu nombre) sólo reaccionó a la afirmación de que accedería de buen grado a acostarse con él.

—Nunca me…

—Sí, sí lo harás —la interrumpió bruscamente—. Y voy a disfrutar con cada momento de esta dulce venganza, con cada paso, con cada parte de tu cuerpo que vas a descubrir según vayas entregándote a mí, como hiciste hace cuatro años. ¿No crees que, ahora que necesito una mujer, es justo que ocupes el lugar de Ria después de impedir mi matrimonio con ella?

(Tu nombre) no pudo reprimir un escalofrío al escuchar aquellas palabras. Y sabía que no lo motivaba el miedo. Odiaba a ese hombre y no tenía escapatoria.

—¿Cómo puedo estar segura de que le darás el préstamo?

—Podría ver cómo tu familia se hunde. Dios sabe que estoy en mi derecho. Pero al contrario de lo que crees, (Tu nombre), no soy tan cruel. Puedes dar por hecho que el día de la boda tendrá el dinero.

Ella sintió unas ganas terribles de salir corriendo de allí y alejarse lo más posible, pero estaba segura de que él terminaría por encontrarla. Abatida, se reclinó en la silla, incapaz de mantenerse erguida ante semejante condena.

—A pesar de lo que puedas pensar, no busco su sufrimiento —añadió él.

Ella se dio cuenta de que tenía que hacer algo, tenía que intentar hacerle entrar en razón. Debía de haber un ser humano debajo de aquel hombre impasible. En ese momento, sacó fuerzas y apeló al Tom que había conocido tiempo atrás.

—Tom… —él comenzó a interrumpirla, pero ella levantó la mano—. Por favor, déjame decirte algo —le suplicó, mirándolo con intensidad—. Nunca acudí al periódico con aquella historia. Nunca habría hecho algo así. Tú me conocías.

Él guardó silencio mientras (Tu nombre), desesperada, se esforzaba por convencerlo.

—¿Por qué iba a hacerlo, Tom? ¿Por qué?

El cuerpo de él, a tan sólo unos centímetros del de ella, estaba tenso. Hizo un gesto como de no tomárselo en serio.

—Muy sencillo, porque eras una más de una larga lista de gente que pensaba que podía ganar dinero a mi costa. ¿Fue tu padre quien te empujó a hacerlo para saldar sus deudas, (Tu nombre)? ¿O lo hiciste porque sí, para llamar mi atención? Aquel día te dije que no me interesaban las adolescentes —su boca dibujó una mueca—, pero si hubieras venido a mí como eres ahora…

Recorrió todo su cuerpo con una mirada cargada de deseo. Ella debería haber sentido asco; debería haberla enfadado, pero no fue así. En realidad, la hizo sentirse sofocada y confundida.

Pero él no había terminado.

—Para decirte la verdad, hace tiempo que me dejó de interesar por qué lo hiciste —negó con la cabeza—. Cambiaste (Tu nombre). La chica que conocí nunca me habría intentando seducir para conseguir una fotografía.

A ella le invadió de nuevo un sentimiento de dolor y humillación. No podía creer que él hubiera pensado eso de ella.

(Tu nombre) se mordió el labio con tanta fuerza, que pudo sentir el sabor de su sangre. Como si su rechazo no la hubiera dolido lo suficiente aquella noche, él tenía que repetir una y otra vez lo inoportunos y desagradables que habían sido sus requerimientos amorosos. Todos los intentos por que escuchara, para que entrara en razón, parecían estar condenados al fracaso.

—Lo siento. No tengo palabras para decirte cuánto lo siento.

—Ya es un poco tarde.

Aquellas palabras la golpearon como un latigazo, estremeciéndola de dolor.

—Pero en realidad no sucedió de esa manera. Yo no…

—Déjalo ya —su rostro expresaba desprecio e incredulidad—. Había tres personas allí esa noche: tú, yo y quienquiera que fuera tu fiel fotógrafo. Una lástima que fuera tan sólo un aficionado… pero fue suficiente.

Ella se desplomó de nuevo en su asiento, apesadumbrada por su crueldad y cinismo. Y ahora que ya sabía lo que él quería, todas las vías de escape estaban clausuradas. No podía seguir insistiendo en su inocencia y tampoco podía explicar lo que en verdad había pasado, ya que ello involucraría a una persona incapaz de defenderse de ese peligroso Tom. En el funeral de los padres de (Tu nombre), Eleni, casi histérica, se había acercado a su prima con un terrible sentimiento de culpa. Le contó todo: cómo la había seguido hasta el patio, sacado la fotografía, entrado en su correo electrónico y enviado la historia a la prensa.

Durante un momento efímero, (Tu nombre) pudo abstraerse del presente para recordar aquel doloroso día en que coincidieron el entierro de sus padres y la confesión de Eleni. (Tu nombre) siempre había albergado alguna sospecha, pero escucharlo de sus labios era algo muy diferente. Perplejidad, ira, consternación, dolor… sentimientos todos ellos suscitados al conocer la verdad de boca de su prima. Cuando había estado a punto de reaccionar contra Eleni, el marido de ésta entró en escena y le explicó con todo detalle por qué Eleni había actuado de aquella manera. Ése era precisamente el motivo por el cual (Tu nombre) no podía defenderse ahora.

Se enteró de que su prima había tenido una crisis nerviosa y había estado en tratamiento tras sufrir varios abortos. (Tu nombre) había visto el dolor en el rostro del marido de Eleni. Sólo tras aquel incidente, y con el beneficio que representa la madurez y el contemplar las cosas en retrospectiva, (Tu nombre) pudo ver lo enamorada que Eleni había estado de Tom, aunque también lo manipuladora que siempre había sido, especialmente en todo lo que tenía que ver con él.

Sin embargo, (Tu nombre) era consciente de que, a pesar de lo que hizo Eleni, si ella no hubiera ido tras Tom aquella noche, nada de lo que sucedió después habría ocurrido. Ella era la única culpable de su propio comportamiento, más allá de las consecuencias que acarreó o de su total ausencia de malicia. Y ahora Tom tenía en su mano el futuro de la Naviera Demarchis. Derrotada, posó sus ojos en él.

—No tengo elección, ¿verdad?

Él respondió con calma.

—Por supuesto que sí, (Tu nombre). Siempre hay una elección. La tuya es muy sencilla: si te marchas ahora, tu tío no recibirá un solo euro y, por lo tanto, tu familia se verá en la ruina. En cambio, si accedes a casarte conmigo, contará con el préstamo y podrá superar la crisis.

Ella hizo la pregunta fatídica.

—¿Cuánto tiempo estaríamos…?

Él se encogió de hombros.

—Tanto como yo quiera, (Tu nombre). El día en que me aburra de ti, en que pierda el interés, ése será el día en que nos divorciemos. Sólo entonces podrás dar por terminado nuestro matrimonio.


CHICAS....sorry por no subir ayer.. pero el internet de mi trabajo anda medio loco.. ya que no me dejo subir capi.. pero hoy si...espero les guste.. y (Tu nombre) .. aceptara????
Espero les guste el capi...
Las Quiero
Bye =)

1 comentario:

  1. Que imbecil Tom como pudo decirle eso de q cuando se aburra de ella se divorciarian. Q maloo pobre (tn) eso si dolioo ..

    Osea Eleni estaba enamorada de Tom ya sabia q habia sido ella.
    Tamara porfaa sube mañanaaa como respondera (tn) ante esto q dijo Tom.

    Bye cuidate xD

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