viernes, 23 de agosto de 2013

**Capitulo 17**


—Pareces cansada.

—Gracias —repuso (Tu nombre) con sequedad, consciente de que él parecía resuelto y lleno de energía. Se encontraban en la terraza de la parte de atrás de la casa, sentados a la mesa de hierro forjado, que estaba cubierta con un mantel de lino blanco. Las puertas de estilo francés del salón habían sido abiertas de par en par. (Tu nombre) estaba segura de que Thea había insistido en servir la cena ahí fuera, pensando más en el placer de Tom que en el de ella. Sin embargo, tenía que admitir que era un lugar mágico. Estaba fascinada por las sombras que los faroles chinos dibujaban en el suelo, por el brillo del agua en la piscina y las luces de Atenas y de la Acrópolis brillando a lo lejos.

—Había olvidado lo impresionante que era esta vista.

—Sí, es cierto.

La tensión le estaba produciendo a (Tu nombre) dolor de cabeza. La escasa conversación durante la cena había resultado forzada, y ella no quería ni imaginarse las expectativas que Tom tendría para aquella noche. (Tu nombre) se levantó de la silla, que sonó al ser arrastrada contra la piedra.

—Me voy a dormir. Ha sido un día muy largo —dijo con una voz artificial.

Él la miro, y ella supo que, si él se levantaba y la tomaba en sus brazos, no podría ofrecer ninguna resistencia. Pero él se limitó a asentir con la cabeza, y ella sintió, de forma repentina e irracional, una decepcionada frustración. Pasó caminando por su lado y, justo cuando estaba alejándose, él la tomó de la muñeca. Su corazón dio un respingo del susto y lo miró con recelo.

—(Tu nombre), aquella puerta permanecerá abierta, no lo olvides —dijo con una voz dulce.

(Tu nombre) dio un tirón para liberarse y se fue a toda prisa. Ella no pensaba tomar la iniciativa, no todavía, pero deseaba que él diera algún paso.

 

 

Tom tomó el último sorbo de vino con un movimiento casi salvaje. Aquella noche, sentado frente a (Tu nombre), con la luz de los faroles y de la luna iluminándola, había tenido que hacer un enorme esfuerzo para controlarse y no tocarla. Y a pesar de todo, él había visto que sus ojos también expresaban innegablemente un deseo similar.

(Tu nombre) había bajado a cenar vestida con unos pantalones cómodos y un sencillo suéter cuyo escote dejaba entrever la desnudez de su cuerpo. ¿Por qué tenía que desearla tanto? Era muy probable que, de haberla visto desde un principio al lado de su tío, no la hubiera encontrado tan atractiva. Sabía que el ansia de venganza había tenido su origen de aquel intenso deseo que había sentido a primera vista, antes siquiera de haberla reconocido.

Desde luego, no era como las otras mujeres a las que estaba acostumbrado. Con éstas las cosas eran fáciles, como un baile cuyos pasos conocía a la perfección. Pero con (Tu nombre) todo era diferente. De repente sacudió la cabeza. ¡Ya era suficiente! No quería seguir dándole vueltas a ese asunto. Además, era lógico que después de haber estado ausente de Atenas durante mucho tiempo, el regresar con (Tu nombre) le despertase una mezcla de emociones vinculadas al pasado.

Se levantó con un movimiento brusco y entró en la casa mientras intentaba apartar de su mente aquellos pensamientos que le ponían nervioso. Se preguntó si no había sido un idiota al permitirle decidir a ella cuándo se acostaría con él, pero se consoló pensando que no tardaría en caer. Después de todo, ella tenía tan poca ganas de que aquel matrimonio durase como él mismo. Y aparte de esa cuestión, ambos experimentaban un deseo apasionado por el otro que tendría pronto que estallar.

 

 

A la mañana siguiente cuando se despertó, (Tu nombre) tomó una ducha rápida, se vistió con una falda lisa, una camiseta y unas sandalias y bajó a la cocina. Aquel lugar le traía tantos buenos recuerdos, que se quedó ensimismada, por lo que, al entrar Thea, se sobresaltó. Un escueto saludo fue todo. (Tu nombre) dio un suspiro y se fue al comedor, ya que era obvio que su presencia no era bien recibida en la cocina. Cuando Thea fue después del desayuno a recoger los platos, (Tu nombre) le preguntó de manera informal por Tom, a quien todavía no había visto aquella mañana. Thea le respondió que se había marchado y que se quedaría todo el día en la oficina de Atenas.

(Tu nombre) se llevó un gran disgusto. Un día entero sola en la finca, teniendo que aguantar el vacío que le hacía Thea. Pero se repuso y se dijo con determinación que no echaría de menos la compañía de Tom.

«Venga, sé honesta contigo misma. Cuando está cerca de ti notas cómo vibra tu cuerpo, cómo tu pensamiento se acelera. Nunca en tu vida te has sentido más despierta… ni excitada».

Sin poderse quitar aquella idea de la cabeza, (Tu nombre) volvió a explorar la finca de arriba a bajo, aunque evitó a propósito acercarse al patio. No podía soportar la idea de ver aquel lugar de nuevo, el lugar de su humillación original.

Y aunque podía pedir una llave a Thea para ir a ver la casa de su abuela, sabía que no era el momento. Se sentía demasiado vulnerable, temerosa de los recuerdos y los sentimientos que pudieran despertarse en ella.

Aquella noche, Tom regresó acalorado y sudoroso y algo contrariado consigo mismo por haberse ido a Atenas. Una visita que hizo a su madre no mejoró para nada su estado de ánimo. Ésta había estado tan distante y reservada como siempre. De hecho, ni siquiera se había molestado en asistir a la boda. Su propia familia había dejado mucho que desear. Tras asegurarse de que su madre tenía todo lo que necesitaba, se marchó sin que apenas ella se diese cuenta.

Sus padres nunca se habían preocupado verdaderamente ni de él ni de sus hermanas. Cuando nació diez años después de la hija más joven, fruto de un descuido, sus padres sólo se alegraron por el hecho de que al fin habían tenido un niño y, por tanto, un auténtico heredero. Para cuando Tom era un adolescente todas sus hermanas ya estaban casadas, aunque hacía tiempo que había superado la indiferencia de su familia.

Mientras se dirigía de vuelta hacia la finca en su todoterreno, se dio cuenta de que sus pensamientos apuntaban nuevamente en una dirección: (Tu nombre). Sintió curiosidad por saber qué habría hecho aquel día. Había ido a Atenas porque necesitaba espacio, pero, curiosamente, se sintió un poco culpable.

El silencio y la tranquilidad que se encontró al llegar le llenaron de calma. Fue de una habitación a otra. No había rastro ni de Thea ni de (Tu nombre), así que al final bajó hasta la piscina. Al principio le deslumbró el sol del atardecer, pero cuando se puso las gafas oscuras vio a (Tu nombre) allí. De una forma inconsciente y automática, su cuerpo se puso tenso y su respiración se aceleró. Ella llevaba puesto un pantalón de chándal y un top ajustado, y estaba haciendo una serie de movimientos orientada hacia el sol. A pesar de que él sabía que estaba haciendo yoga, le pareció algo más misterioso y reverencial.

Con tan escasa ropa, podía ver el cuerpo de (Tu nombre) en todo su esplendor. No era ni tan exageradamente delgado ni tan fibroso como los cuerpos que él solía asociar a la práctica del yoga. Tenía curvas y unos pechos bien torneados. Sus movimientos eran controlados y tan gráciles, que le llamaron poderosamente la atención. La contempló extasiado al ver cómo se ponía de pie, juntaba sus manos al centro de su pecho e inclinaba la cabeza en un gesto universal de oración y gracias. Parecía tan serena y llena de paz, que Tom sintió algo de envidia. Luego ella se volvió y lo vio allí.

—¡Oh!

Él notó cómo el pecho de (Tu nombre) se expandía y retraía después del esfuerzo realizado, y en ese momento se alegró de tener los ojos tapados por las gafas de sol. Disimulaban la mirada casi salvaje que ella había despertado nuevamente en él… la necesidad de poseer, de devorar.

Ella recogió la toalla que había estado usando a modo de colchoneta y se la puso por encima como si quisiera ocultarse tras ella.

—Tom —su voz sonó tranquila pero algo entrecortada, lo que no hizo sino aumentar su excitación. Él se acercó hacia ella con las manos en los bolsillos, ocultando sus irresistibles ojos. ¿Cuánto había visto? Ella odiaba la idea de que él hubiera sido testigo de una escena que para ella era íntima y privada. Él, por su parte, disfrutaba provocándole aquella evidente incomodidad.

Sus manos, metidas en el fondo de los bolsillos, estiraban la tela del pantalón. Por un instante, como por un acto reflejo, (Tu nombre) dirigió su mirada hacia esa zona, pero enseguida la apartó. Ya era tarde: al darse cuenta del bulto, sus mejillas se ruborizaron sin que pudiera hacer nada para evitarlo.

—¿Yoga? —dijo él, levantando una ceja con expresión irónica—. Nunca lo hubiera imaginado.

—¿Por qué? —preguntó (Tu nombre) con dulzura mientras se consumía bajo su mirada—. ¿No concuerda con el concepto que tienes de mí como despiadada seductora?

Su gran cuerpo se quedó totalmente inmóvil, y (Tu nombre) estuvo a punto de retroceder unos pasos. A esas alturas debería haber aprendido a no provocarlo. Él se acercó, pero ella no cedió terreno.

En ese preciso instante se imaginó a (Tu nombre) desnuda, con aquel cuerpo flexible y exquisito debajo del suyo, con sus piernas entrelazadas entorno a su espalda mientras él la penetraba más y más profundamente…

—Para nada. En realidad, todo lo contrario. Sin duda va a hacer que el tiempo que pasemos en el dormitorio sea mucho más… entretenido —la desnudó con la mirada, y ella notó que sus pezones se habían hinchado y estaban empujando contra la delgada tela del top.

Apretó aún con más fuerza la toalla contra su cuerpo y sintió cómo se deslizaba entre sus pechos una gota de sudor. Se preguntó si él la habría visto.

Después de un largo momento, Tom se hizo a un lado para dejar que (Tu nombre) fuera delante. Venciendo su deseo de salir corriendo, entró en la casa, erguida, con la espalda recta, y entonces reparó en el último comentario que él había efectuado.

—¿Y qué se supone que significa eso? ¿Que soy una chica de compañía?

Él se detuvo en seco, sorprendido por la pregunta.

—Eso es. Me topaba a menudo con tu nombre, (Tu nombre), y nunca fuera de las páginas de sociedad. De hecho, me sorprende que no nos hayamos encontrado mucho antes sabiendo que frecuentabas todo tipo de saraos y fiestas nocturnas con increíble regularidad.

A (Tu nombre) le hirvió la sangre al escuchar ese reproche y pensar todo el tiempo y el esfuerzo que tuvo que invertir para sacar adelante su negocio. Después de todas y cada una de aquellas noches a las que él se refería, se levantaba sin falta a las seis de la mañana para volver al trabajo, y lo hacía sin resaca, porque ni siquiera bebía.

—Me sorprende, Tom, que alguien que tiene unas ansias irrefrenables por dominar el mundo no sepa reconocer a otro adicto al trabajo cuando lo ve —dijo, encogiéndose de hombros—. Piensa lo que quieras, aunque en realidad me importa un comino.

«Mentirosa».

Aquellas palabras lo arrastraron a lejanos lugares de la memoria, y sintió una inmediata necesidad de justificar algo. En todo caso, ¿cómo podía pretender ser adicta al trabajo si lo que ella llamaba trabajar era rodearse cada mañana de celebridades de segundo y tercer orden hasta bien avanzada la madrugada? Siempre había sentido escaso aprecio por la profesión de (Tu nombre), y él mismo hacía uso de su propio relaciones públicas en contadas ocasiones. Lamentablemente, hoy en día se había convertido en una profesión imprescindible dada la forma que tenían de trabajar los medios de comunicación. Callado y con una expresión sombría, se puso frente a ella, dando dos grandes zancadas.

—Esta noche cenamos fuera —dijo él. La ira de (Tu nombre) se disipó enseguida.

—De acuerdo —cualquier cosa antes que quedarse a solas con él en la finca. De hecho, sería aún mejor si no lo veía en absoluto—. Ya sabes que no tenemos que salir a cenar juntos. Si quieres, puedes salir tú. A mí no me importa quedarme aquí.

No la hizo caso; ni siquiera se dio la vuelta.

—Nos marcharemos dentro de unas dos horas.

En un gesto muy infantil, ella le hizo burla con la lengua por la espalda, cosa que, curiosamente, le hizo sentirse un poco mejor. A continuación, siguió a su autoritario marido hacia la casa.


CHICAS espero les guste el capi...Las Quiero
Bye =D

2 comentarios:

  1. Awww me encantaaa!! (:
    Muero por saber quien sera q ceda primero.. Yo espero q ea Tom..
    Dignidad (tn) dignidad porfavor.. Hahaha

    Siguelaaa amo la fic xD
    Bye cuidate

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  2. Me ha encantadooo dema
    plisss sub pronto

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