martes, 20 de agosto de 2013

**Capitulo 16**


Cuando al fin pudo hablar, preguntó, nerviosa:

—¿Se puede saber adónde vamos? —la idea de pasar una luna de miel con Tom la aterrorizaba.

Él la miró. Ella tenía los brazos cruzados en actitud defensiva, lo que no hizo sino aumentar el deseo de Tom. Estaba decidido a experimentar hasta sus últimas consecuencias la pasión que había inflamado el mero roce de sus bocas.

Él intentó relajarse para impedir que la chispa se convirtiera a la menor provocación en una auténtica llamarada.

—Tenemos nuestro equipaje, así que vamos directos al aeropuerto.

¿Se había empeñado en no escucharla? (Tu nombre) se sintió frustrada.

—¿Y es un secreto o me vas a decir dónde vamos?

Ella era perfectamente consciente del tono tirante de su voz. Tom la miró desde su asiento sin alterarse. A diferencia de ella, él parecía estar relajado y despreocupado.

—Vamos a la casa de campo que tengo en las afueras de Atenas.

(Tu nombre) recordó inmediatamente el nombre familiar griego con que llamaban a su abuela.

—¿La finca al lado de la ya ya?

Él asintió con la cabeza.

—Mi madre se ha mudado a la ciudad. Es más cómodo para ella, y así tiene más cerca a los médicos en caso de necesidad. Mientras tanto, he aprovechado para reformar la casa por completo.

(Tu nombre) se podía imaginar la opulencia de la mansión. Siempre había sido muy grande, especialmente comparada con la vecina y mucho más modesta finca de sus abuelos.

Ella se percató de que estaban entrando en un pequeño aeródromo y se dirigían hacia un jet privado. Intentó reprimir los nervios y miró a Tom como si quisiera apartar de su mente el hecho de que en breve estarían en un avión, volando hacia Atenas, para quedarse solos los dos. Era consciente de que estaba hablando deprisa y un poco a lo tonto.

—No he vuelto desde que ya ya murió. Su casa está ahora vacía. Creo que alguien de la familia va de vez en cuando, pero… —una repentina sensación de tristeza la invadió por sorpresa. Aquella casa albergaba recuerdos muy especiales para ella, y la idea de volver a verla sin su abuela le provocó una intensa nostalgia.

Ella no se había dado cuenta de que Tom la estaba mirando fijamente.

—¿Es la primera vez que vuelves a Atenas desde entonces? —preguntó él.

Tenía los ojos ligeramente humedecidos y un nudo en la garganta, pero se sobrepuso y lo miró, negando con la cabeza y tratando desesperadamente de controlar sus emociones.

—No, he estado de nuevo varias veces en Atenas, pero nunca en la casa de mi abuela.

Ella no sospechaba que la idea de regresar allí pudiera llegar a afectarla tanto.

Por suerte, el coche se detuvo y pudo salir a que le diera el aire y, de paso, a librarse de la penetrante mirada de Tom. A los pocos minutos ya estaban acomodados en los asientos de cuero del avión, sentados uno en frente del otro. (Tu nombre) se encontró algo más cómoda. No le resultaba nada fácil ser ella misma cuando estaba al lado de Tom. Tenía que vigilar cada palabra que decía y reprimir sus impulsos, algo a lo que no estaba acostumbrada. Sin embargo, tenía que reconocer que su franqueza y honradez no le habían servido de mucho en el pasado. Había descubierto que la gente no lo valoraba.

 

 

Tom estaba confuso, no sabía qué pensar. Había estado observando a (Tu nombre) y se había dado cuenta del brillo de las lágrimas en sus ojos, lo que le había desconcertado por completo. Incluso había estado a punto de preguntarle si, en lugar de ir a la finca de las afueras, prefería quedarse en el apartamento que él tenía en Atenas. Afortunadamente, había entrado en razón. No podía olvidar que (Tu nombre) Demarchis, a la temprana edad de veinte años, había hecho gala de una increíble vena mercenaria. Cuatro años después, la había perfeccionado, eso era todo.

El único motivo por el que ella lloraría sería para manipular una situación en función de sus propios intereses. Tenía que admitir que ella debía de estar furiosa, quizás incluso tramando algo. ¿Acaso podía ser de otro modo? Se aseguraría de que ella no obtuviera nada del matrimonio y vigilaría de cerca el estado de sus cuentas. Hacía tiempo que el dinero que había conseguido con la venta de sus acciones se había agotado, y la mujer tenía gustos caros. Sólo Dios sabía en qué se había gastado todo ese dinero.

Miró a lo lejos con desgana y observó cómo el suelo se hacía más pequeño según el avión ganaba altura. Todo lo que quería era acostarse con ella y desahogarse. No tenía que pensar en nada más. Tenía por delante dos semanas para saciarse y después solicitar el divorcio. De hecho, ya había pedido a su abogado que tuviera todos los papeles listos.

(Tu nombre) se dio cuenta de que sus facciones se habían ensombrecido, y como para confirmar sus sospechas, él la miró en ese momento de un modo tan frío y distante, que le produjo un escalofrío.

—¿Tienes hambre? —le preguntó por sorpresa a (Tu nombre). Ella negó con la cabeza. La invadió un terrible cansancio al que sucumbió con alivio y no sin una pizca de cobardía. Se encontraba desconcertada y confundida. Se alegró de poder descansar, aunque fuese un poco. Cerró los ojos, apartó de su mente la inquietante imagen de Tom y reclinó el asiento.

Un ligero toque la despertó y se encontró con la azafata de pie a su lado. Alguien la había tapado con una manta.

—Señora Kaulitz, vamos a aterrizar en breves minutos.

Durante un instante estuvo a punto de decir que ella no era la señora Kaulitz. Se desentumeció y vio con alivio que Tom no estaba en su asiento. Se atusó el pelo con las manos y se lo echó de nuevo hacia atrás. La orquídea se le quedó en la mano y se quedó contemplándola. ¿Qué extraña fuerza se había apoderado antes de ella para haberse puesto una orquídea en el pelo? La arrojó a la mesa que tenía al lado, contrariada con la idea de que lo había hecho inconscientemente por él. Quería quitarse el vestido y ponerse unos vaqueros… o una bata, o cualquier otra cosa.

¿Y quién la había tapado con aquella manta? La idea de que pudiera haber sido él la hizo derretirse. Tonta, se reprendió ella misma. Lo más probable era que hubiese sido la azafata. Levantó la mirada y vio a Tom salir de una cabina en la parte trasera del avión.

—Bueno, ya estás despierta. Estamos a punto de aterrizar.

Ella se limitó a asentir con la cabeza. No se atrevía a hablar y prefirió desviar la mirada hacia el exterior.

Atenas se veía más y más cerca, hasta que por fin aterrizaron. Tuvo una sensación agradable al reconocer el perfil de la ciudad. Regresar a Atenas siempre había sido como volver a casa.

Después de tomar tierra, todo transcurrió con enorme rapidez. En cuestión de minutos, salieron del avión y se acomodaron en un lujoso vehículo todo terreno con los cristales tintados. Un guardaespaldas iba sentado al lado del chófer y otro les seguía en un segundo automóvil con el equipaje. La sorprendió una súbita sensación de felicidad por el hecho de encontrarse de nuevo en Grecia.

A la entrada de la finca de los Kaulitz, cuando (Tu nombre) salió del vehículo, una cálida brisa acarició con suavidad su piel. El sol del atardecer esparcía por el cielo jirones de nubes rosas. A escasos doscientos metros, los árboles ocultaban la casa de su abuela. Respiró el aire primaveral y disfrutó con la vista que le regalaban los ojos. Desde niña, la mansión de Tom siempre la había intimidado con su aire de grandeza decadente, pero la impresionante reforma había cambiado todo. Estaba pintada de un color blanquecino que reflejaba el brillo del ocaso. La escasa altura de la fachada, junto a un tejado plano, le hacía parecer una construcción sin pretensiones, pero el gran porche que conducía a la enorme puerta principal delataba el lujo que yacía tras aquellos muros.

De no ser por la hilera de árboles que se extendía a lo largo de toda la fachada principal, el aspecto de la mansión habría sido más austero. Altos y esbeltos, los típicos pinos de la región estaban espaciados de tal modo que, en vez de menguarla, realzaban la vista de la casa. (Tu nombre) sabía que la primera impresión era engañosa.

Levantada sobre una colina, la casa gozaba de dos extraordinarias vistas de la ciudad de Atenas, una desde el jardín y otra desde la piscina que estaba al final de una serie de terrazas labradas en la tierra y rodeada de olivos.

La puerta principal se abrió, y una figura de cuerpo entero que le resultaba familiar a (Tu nombre) se apresuró a bajar los escalones. Era Thea, el ama de llaves de siempre. (Tu nombre), algo deshabituada a escuchar un griego tan veloz, trató de no perder comba de lo que decían mientras aquélla daba a Tom un efusivo abrazo de bienvenida. Sin embargo, cuando se acercó a (Tu nombre), la saludó de un modo muy distante. (Tu nombre) se sintió mal. Por lo visto, Thea tampoco la había perdonado. Hubo un tiempo en que había sido la favorita del ama de llaves. De muy joven, (Tu nombre) solía colarse en la cocina para aprender a hacer las recetas tradicionales griegas. Pero Thea nunca había perdonado a (Tu nombre) por el modo en que había tratado a Tom. (Tu nombre) había intentado explicárselo, pensando que, entre todo el mundo, si alguien iba a escucharla, ésa era Thea, pero no fue así. Y después de transcurridos cuatro años, (Tu nombre) era consciente de que ahora Thea sería mucho menos receptiva para escuchar su versión de lo sucedido.

Una vez en el vestíbulo, Thea llamó a una joven criada y le pidió que mostrara a (Tu nombre) su habitación, con la frialdad de una completa desconocida. (Tu nombre) estaba decidida a no dar ninguna muestra de dolor por ese trato, y siguió a la joven escaleras arriba. Se sintió aliviada cuando vio que no se trataba de la habitación principal, pero la tranquilidad le duró poco cuando vio aparecer a Tom por la puerta.

El inmenso deseo que él tenía de llevársela a la cama le hizo desconfiar. La criada la había llevado por error a un cuarto de invitados. Él había planeado que ella se quedara con él en su habitación, pero ahora ya no estaba tan seguro de que eso fuera una buena idea, a pesar del clamor de su pulso. Él era una persona civilizada, no una especie de hombre de las cavernas que se dejase gobernar por instintos primitivos. Decidió jugar un poco con la situación.

—Te he dado tu propia habitación, (Tu nombre) —dijo mientras entraba en el cuarto.

Ella retrocedió hasta la pared opuesta, observando con atención cómo él se dirigía hacia otra puerta. Se trataba de la puerta que comunicaba el dormitorio de (Tu nombre) con la habitación principal. Él la dejó abierta.

—En esta puerta no hay cerradura. Como te dije en París, vendrás a mí. Y yo estaré listo cuando lo hagas.

Se acercó hasta ella y extendió el brazo para dibujar con la mano la forma de una de las clavículas que el vestido de (Tu nombre) dejaba al descubierto. Su respiración se aceleró. Saltaban chispas entre ellos. Bajó con la mano hasta alcanzar las laderas de sus pechos. Mirándola fijamente, Tom abarcó uno de los pechos. El pezón se le endureció de inmediato y empujó a través de la seda del vestido contra la palma de su mano. Él se esforzó por no estrecharla entre sus brazos y devorarle la boca.

Hacía un rato que (Tu nombre) había renunciado a averiguar cómo podía seguir en pie. Pudo notar cómo resbalaba una gota de sudor por su frente. Sus labios se estremecieron bajo aquella mirada y pudo sentir cómo su propio cuerpo quería hacer presión contra la mano de Tom, que su mano le acariciara el pecho, que sus dedos apretasen su pezón, que latía con fuerza. Entonces, de pronto, apartó cruelmente la mano. Nada hacía pensar que él estuviera inmerso en la misma agitación que ella.

—No tardes mucho, (Tu nombre). No habrá divorcio hasta que consumemos este matrimonio, así que hasta pronto… depende de ti. Está en tus manos el hacer que esto discurra tan rápido o tan despacio como quieras. Mientras tanto, disfrutaré imaginando lo que me espera.

En aquel momento, (Tu nombre) no quería otra cosa que tener el valor de agarrarlo, traerlo de nuevo hacia sí y entregarse a él. Pero estaba convencida de que un hombre con su reputación, acostumbrado a mujeres del estilo de Isabelle Zolanz, se llevaría una gran decepción cuando se acostase con ella.

Tom se dio media vuelta y se dirigió hacia la puerta para volverse justo al llegar a ésta.

—La cena se servirá a las ocho.

Ella se quedó mucho rato de pie, esperando a que su cuerpo se calmase. Al oír un golpe seco en la puerta, (Tu nombre) se preparó para toparse con Tom, pero en su lugar apareció Thea, quien dejó el equipaje dentro de la habitación. Ya se estaba marchando cuando (Tu nombre) la llamó.

—Thea.

Ésta se detuvo, y (Tu nombre), afligida por semejante frialdad, se acercó.

—Thea… me alegro de volver a verte.

La vieja ama de llaves se limitó a mirarla, a gruñir alguna palabra ininteligible y a marcharse.

Confusa, se sentó en la cama. Poco podía imaginar (Tu nombre) cuando Tom la arrojó de su vida que, cuatro años después, tendría que hacer frente de nuevo a sus demonios. ¡Y de qué manera!

Chicas... aquí un nuevo capi.. y bueno perdón por la demora..pero la verdad es que últimamente no tengo tiempo... en el trabajo estoy demasiada ocupada .. y bueno en el estudio ..ni se diga.. y no creo que pueda subir tan seguido.. ya que a mi casa llego a las 12 de la noche... pero si en el trabajo se me dan tiempos como este podre subir.. y bueno en mi otra ficc.. tratare de subir esta semana...espero me entiendan...
Las Quiero
Bye =D

PD: Jenni.. no alcance a terminar el one shot e.e asi que creo que el fin de semana lo terminare para subirlo... ya que esta semana estoy a Full...

3 comentarios:

  1. Osea Tom piensa q dentro de dos semana se divorciaraa hahahaha disfrutare cuando el mismo atrase el divorcio xq asii sera noo??

    Siguelaa Tamitha esta emocionanteee me encanta.. No te preocupes por el one -shot te entiendo perfecto
    cuidate (: bye

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  2. realmente es una loquera este matrimonio ._. me pregunto que sera lo que pasara con esos dos *-* espero que sean cosas lindas me gusta mucho cada vez se pone mas emocionante *-* y mmmm... el one shot de los amigos todavia no ha terminado?

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  3. emmm e.e no estoy muy segura de que despues de consumar el matrimonio Tom vaya a querer el divorcio...
    no te preocupes la fic esta padrisima y puedo esperar lo que sea con tal de que no la abandones ;) te comprendo luego ya no se puede con el tiempo... pero no te preocupes :)

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